Comenzamos un camino de amistad, allá lejos y hace tiempo, a partir del intercambio de libros. Como toda historia que se abre con palabras, seguimos escribiéndola y llenándola de tardes y noches, amores, mudanzas, hijos, búsquedas, viajes, anécdotas y más y más libros.  Juntas nos inscribimos para ser profesoras de literatura,  punto inicial de un recorrido largo y comprometido con la formación continua, la apropiación de conocimientos nuevos y el enriquecimiento de nuestros espacios de trabajo. Juntas formamos a futuros maestros y acompañamos a docentes en su tarea diaria. Juntas pensamos poesía vertical porque así somos: un poco palabras, un poco juego.

Me llamo Andrea Clop. Nací en Mendoza, Argentina, al pie de la Cordillera. Con una onomatopeya por apellido no pude escapar de las palabras, sus sonidos y el juego con el lenguaje. Primero estudié las letras, luego hice de ellas una carrera y actualmente son mi profesión. Pero, también, la materia que componen mis días. Curiosa a más no poder, seguí profundizando mi formación en varios posgrados. Agradecida por todo lo que aprendí, me dediqué a compartirlo en aulas, muchas y muy distintas, con niños, jóvenes, adultos, futuros maestros, docentes en ejercicio y amantes de la literatura. Allí descubrí que, además de enseñar, lo mejor es volver, una y otra vez, a aprender mientras compartimos con otros.

Soy Romina Luna. Nací en Mendoza, Argentina, donde me acompañaron los primeros cuentos e historias en la voz de mis abuelos. La literatura desde entonces me ha maravillado, conmovido y atravesado, tanto así que me ha llevado a compartirla con otros por distintos caminos: como profe en las escuelas; en la formación de docentes y capacitaciones; en talleres con niños, adolescentes y adultos; acompañando las tesis de mis colegas; en las palabras de amor de mi compañero de vida; en el cuento de las buenas noches con mis hijos; en fin, en la forma poética de ver y habitar el mundo. La riqueza en este recorrido literario, ha residido siempre en la construcción colectiva y en la posibilidad infinita de crear con otros en este camino.

¿Cómo nació poesía vertical?

Después de muchos años de experiencia formando y acompañando docentes, recorriendo escuelas, bibliotecas y centros comunitarios, escuchando a familias y curiosos,  advertimos la necesidad de construir una comunidad comprometida con la enseñanza, la literatura, el juego, las niñeces y las adolescencias. 

Creemos que, frente a lo vertiginoso del mundo cotidiano, detenernos a pensar propuestas ligadas a cultura, el aprendizaje, el goce por leer, escribir, jugar y expresarnos, es un gesto poético de transgresión. De este modo, poesía vertical nace como una invitación a “revelarnos”, a participar y apropiarnos de saberes, a abrir los ojos y mirar el mundo cargados de muchas lecturas, a contar nuevas historias, compartir palabras y construir infinitos sentidos.

Con  viento a favor, mapa en mano y todo un mundo por descubrir, iniciamos  la travesía de enseñar, aprender, leer, escribir y jugar: ¿nos acompañan? ¡En marcha!

La aventura continúa